Por: Allan R. Handysides y Peter N. Landless
Estoy preocupado por mi salud espiritual. Nuestro pastor está realizando reuniones de reavivamiento, pero me molesta que otros confiesen sus pecados y den testimonios en público. Al mismo tiempo, me siento culpable por sentir me así. ¿Qué me pasa? ¿Puede dar me una receta espiritual? Deseo ser un buen cristiano.
De su pregunta se desprende que usted se siente culpable porque no experimenta grandes emociones por este proceso de reavivamiento. Acaso usted ya ha visto experiencias similares, y es posible que tenga dudas sobre la sinceridad del proceso o que teng a una personalidad diferente de los demás; es necesario que tengamos en cuenta esas diferencias.
Muchos de nosotros no entendemos bien que el Espíritu Santo no es un «poder líquido» o «vapor mágico» que nos envuelve, sino una Persona: el «Consolador», la «tercera Persona de la Trinidad». La espir itualidad es una relación con el Espíritu Santo, con Jesús y con el Padre. El crecimiento espiritual significa enamorarse de Jesús y disfrutar de una relac ión rica, madura y continua.
Todos necesitamos el reavivamiento, la renovación, la curación y una relación gratificante pero, según sea nuestra personalidad, existen diferentes maneras de alimentar esa relación. No todos nos adaptamos al mismo molde.
Dios nos hizo únicos. Algunos somos formales y serios; otros son extrovertidos y exuberantes. Algunos pastores se «especializan» en reavivamientos. Puede ser que hayan desarrollado un estilo ya «armado» de la espiritualidad, por lo que piensan que si hacemos esto o aquello, experimentaremos el reavivamiento. Para muchos, este proceso estructurado da resultados, aunque no para todos.
Pensemos en las maneras de enamorarse. Cuando nos sentimos atraídos hacia otra persona, ya no sabemos qué hacer para complacerla. Pensamos en ella todo el tiempo y decimos frases melosas. Algunos compran regalos. Disfrutamos caminar juntos en la playa, de la mano y a la luz de la luna. Cada persona se enamora a su manera, según su personalidad.
Dios entiende a todos, y comprende lo que usted siente. A él no le preocupa el proceso que usted sigue para llegar a ser su amigo: lo importante es que, en efecto, lleguen a ser amigos. El Espíritu busca atraernos. A menudo confundimos el proceso con el objetivo final.
Es importante orar y estudiar la Biblia, pero puede ser que leamos la Biblia de manera diferente. Uno de nosotros suele leer una historia e imaginar que es parte de la acción. Otro acostumbra leer durante diez minutos, y entonces pensar en el relato durante las siguientes diez horas. De esta forma, se siente tan parte del relato que, por ejemplo, le parece que se le ponen los pelos de punta cuando Lázaro sale del sepulcro. Esto no significa menospreciar al que se dedica a leer durante una hora o dos; tenemos que entender que somos diferentes.
Por cierto necesitamos una relación constante con Dios. Es esencial leer la Palabra, meditar y orar. La meditación y la oración deberían ser actividades para cualquier momento y para todo momento, en especial cuando sentimos su presencia.
Después de décadas juntos, muchos cónyuges entienden tan bien a su pareja que pueden terminar las frases que ellos empiezan. En los buenos matrimonios, el amor y el respeto son cada vez mayores. Esa es la relación que Dios quiere tener con nosotros: una relación natural, verdadera, honesta y sincera. Enfocarnos nuevamente en Dios nos ayuda a revitalizar esta relación, pero tiene que hacerse en forma natural.
No se preocupe por las metodologías de los demás; conténtese con buscar a Dios de la manera en que se sienta más a gusto. El reavivamiento de la verdadera piedad se expresa en amabilidad, humildad, compasión y generosidad; en la disposición a sufrir antes que herir a otro. Estos son los frutos de la santificación, que no es otra cosa que una vida de reavivamiento.
Allan R. Handysides es director de Ministerios de Salud de la Asociación General.
Peter N. Landless es director ejecutivo del ICPA y director asociado de Ministerios de Salud de la Asociación
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